schopenhauer y el teléfono

La capacidad del teléfono para interrumpir el pensamiento es aún más importante, pues no cabe duda de que ha contribuido en gran parte a la mengua del lenguaje escrito y al empobrecimiento del habla en los tiempos modernos. Por ejemplo, cuando al comienzo de El mundo como voluntad y representación Schopenhauer afirma que su libro está formado por un solo pensamiento, podemos observar lo que se ha exigido a sí mismo y lo que exige del lector. La verdadera depreciación de la concentración vino con la llegada del teléfono. Si Schopenhauer hubiese escrito su libro en mi oficina, el teléfono habría sonado nada más escribir la primera frase. Habría habido dos pensamientos.

En El paisaje sonoro y la afinación del mundo (2013) de R. Murray Schafer

la feria del risco #5

En memoria de Luis Alarcón y su maravilloso papel en la ópera prima del inconmensurable Raúl Ruiz, este disco de boleros abismantes, tristeza de cantinas y copas de vino, melancolía de schops y pan con arrollado. Según leímos por ahí, una versión masterizada apareció en vinilo hace unos meses: justicia poética, reposición feliz. Viva Ramón Aguilera, viva Luis Alarcón, viva Raúl Ruiz.

junkopia: futuro y escombro son sinónimos / reseña de rosabetty muñoz

Editado por Editorial Bifurcaciones en 2016, este libro que reúne imágenes poéticas recogidas por el Jonathan Opazo y Rodrigo Figueroa. Uno podría advertir que para entrar a este pequeño universo hay que estar preparado, ojalá en un día abierto, soleado, con olor a tierra mojada; será necesario el ojo expectante, pero también una cierta confianza en el presente, algo de esperanzas como quien se adentra en un espacio que no será generoso: hay que llevar provisiones. Y eso que se trata de poemas brevísimos (tres, cinco, seis versos cada uno) que parecen llamar a la contemplación de elementos inofensivos, propios de la vida cotidiana: grillos, salas, paredes, mapas, juegos de niños, plantas. Poemas que conversan con fotografías cuyo foco son pedazos del mundo que reconocemos como nuestro. Hasta aquí, uno podría engañarse, tendríamos a nuestra disposición la levedad de miradas, gestos fugaces sobre lo que llamamos real, sin embargo, cada fotografía, cada imagen lírica está cargada de un peso mayor, una visión general amenazante que insiste en el basural y la alcantarilla.

Al filo de lo nimio, algunos textos se sostienen temblando en el afán de transmitir la desaparición, la pérdida, los rastrojos de una vida que parece ir terminando para quien escribe, para el lector, para quien mira, incluso para aquellos que permanecen a libro / ojo cerrado. Las huellas de lo industrial, la huella de la bestia económica, atrapa y anula lo mínimo humano, hasta los abrazos de la materia (sean cuerpos humanos, sea maquinaria, sea cemento) están retratados con la rigidez que en nada remite al eros. Cada acción humana trae aparejada su propia anulación, su desgracia. Avanza por las páginas una estela sucia, pegajosa que llega a desembocar en desguazaderos. Ninguna iluminación, nada que esperar. Hasta los besos son gestos crispados, inútiles. Demasiada realidad, pensaría uno, como la enfermedad que ya no se oculta más y que se despliega no sólo en los órganos interiores sino que se toma el exterior, la apariencia.

Este es un libro empecinado en la pus que sale de la herida. Todo se acaba, todo llega a su fin y, en ese tránsito, no hay que dejar de mirar de frente la degradación. La lectura de Junkopia me hizo recordar el poema Venus en el Pudridero de Anguita “y se siente el beso de los amantes como una hoja seca/que al pie del tiempo aplasta crepitando:/ ¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza. /Pensad en el gusano.”

El arte tiene ese trabajo, acompañar el arrojo de enfrentar escombros y ruinas; la salvación de lo bello sería, en este caso, develar. Correr los velos del deseo y asomarse a ver la carcoma que nos está rodeando.

Publicado originalmente en El Insular, agosto de 2023

la feria del risco #4

Hace unos días, Richard D. James, el absolutamente moderno Aphex Twin, lanzó un nuevo EP intitulado Blackbox Life Recorder 21f/ in a room7 F760. Por supuesto que con Aphex Twin es posible esperar cualquier cosa: como buen artista que se precie de tal, sus inquietudes sonoras abrazan un amplísimo arco de registros posibles dentro de lo que conocemos como música electrónica. Desde el ambient en clave Eno hasta los ritmos extáticos deudores del drum and bass y las raves inglesas. El caso es que el primer track del EP, llamado justamente Blackbox Life Recorder 21f, se nos ofrece como una pista pausada de pitch desacelerado: escuchamos una drum machine acompañada de un sinte levemente fúnebre. Casi al llegar al minuto, una voz espectral irrumpe como un balbuceo que se repetirá de manera intermitente en los cuatro minutos y medio que dure la pista.

Hasta ahí todo normal: Aphex Twin en clave ambient. Junto con el EP, R. D. James colgó en Youtube el video que acompaña al single del disco. Como es habitual, es un vertiginoso trance al interior de un cubo escheriano de pixeles descomponiéndose y recomponiéndose como un pequeño universo en permanente creación. Sin embargo, hacia el final del video, kaputt, un obituario: dedicated to Lorna James & Derek James. En nuestras cabezas, si nos permiten la exégesis algo forzada, las voces de la pista son la voz de James diciendo, por última vez: mom, dad. Que el track lleve por nombre Blackbox Life Recorder, como alusión posible a la caja negra de los aviones, dispositivo de seguridad que guarda las transmisiones entre los pilotos y la radio de control en caso de emergencia, permite una cierta lectura: James compuso un réquiem electrónico para sus padres.

Por supuesto que ha corrido demasiada agua bajo el puente para seguir asociando la música electrónica a una supuesta frialdad maquinal en contraposición al rock de guitarras, los crooners, folcloristas y otras manifestaciones clave de la industria pop del siglo pasado. Pero como bien apuntó J. C. Ramírez en un libro que pasó injustamente desapercibido, Kraftwerk es la banda más importante de nuestro siglo. No los Beatles. La sensibilidad de esta época está siendo digitada en sintetizadores, máquinas Roland, controladores Midi y otros aparatos afines. Aphex Twin, a nuestro modesto parecer, lo confirma.