junkopia: futuro y escombro son sinónimos / reseña de rosabetty muñoz

Editado por Editorial Bifurcaciones en 2016, este libro que reúne imágenes poéticas recogidas por el Jonathan Opazo y Rodrigo Figueroa. Uno podría advertir que para entrar a este pequeño universo hay que estar preparado, ojalá en un día abierto, soleado, con olor a tierra mojada; será necesario el ojo expectante, pero también una cierta confianza en el presente, algo de esperanzas como quien se adentra en un espacio que no será generoso: hay que llevar provisiones. Y eso que se trata de poemas brevísimos (tres, cinco, seis versos cada uno) que parecen llamar a la contemplación de elementos inofensivos, propios de la vida cotidiana: grillos, salas, paredes, mapas, juegos de niños, plantas. Poemas que conversan con fotografías cuyo foco son pedazos del mundo que reconocemos como nuestro. Hasta aquí, uno podría engañarse, tendríamos a nuestra disposición la levedad de miradas, gestos fugaces sobre lo que llamamos real, sin embargo, cada fotografía, cada imagen lírica está cargada de un peso mayor, una visión general amenazante que insiste en el basural y la alcantarilla.

Al filo de lo nimio, algunos textos se sostienen temblando en el afán de transmitir la desaparición, la pérdida, los rastrojos de una vida que parece ir terminando para quien escribe, para el lector, para quien mira, incluso para aquellos que permanecen a libro / ojo cerrado. Las huellas de lo industrial, la huella de la bestia económica, atrapa y anula lo mínimo humano, hasta los abrazos de la materia (sean cuerpos humanos, sea maquinaria, sea cemento) están retratados con la rigidez que en nada remite al eros. Cada acción humana trae aparejada su propia anulación, su desgracia. Avanza por las páginas una estela sucia, pegajosa que llega a desembocar en desguazaderos. Ninguna iluminación, nada que esperar. Hasta los besos son gestos crispados, inútiles. Demasiada realidad, pensaría uno, como la enfermedad que ya no se oculta más y que se despliega no sólo en los órganos interiores sino que se toma el exterior, la apariencia.

Este es un libro empecinado en la pus que sale de la herida. Todo se acaba, todo llega a su fin y, en ese tránsito, no hay que dejar de mirar de frente la degradación. La lectura de Junkopia me hizo recordar el poema Venus en el Pudridero de Anguita “y se siente el beso de los amantes como una hoja seca/que al pie del tiempo aplasta crepitando:/ ¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza. /Pensad en el gusano.”

El arte tiene ese trabajo, acompañar el arrojo de enfrentar escombros y ruinas; la salvación de lo bello sería, en este caso, develar. Correr los velos del deseo y asomarse a ver la carcoma que nos está rodeando.

Publicado originalmente en El Insular, agosto de 2023

Autor: Jonnathan Opazo

Escribo.

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