el jinete que se cae del caballo

Fotograma de The Misfits (1961). dir. John Huston

Habitar la palabra como un nacimiento,
coserle trenzas al verbo niño atrapado en el infinito,
darle el nombre de la menarca extinta de todas mis estaciones
y parir al hijo muerto en la hoja.

Cuando un día cabalgué sobre las sombras de mi padre
y no encontré el secreto de la resurrección, escribí
la intemperie.
Fui poeta porque no pude
ser otra.

Abrir las puertas caídas por el temblor de una letra mayúscula
que lleva el cuerpo de mi abuela con agujas de tejer
clavadas en la memoria.
Escribir porque hay un lugar que desconozco
y se acerca como una patria resentida
a buscar la palabra que le falta.
Escribir por la falta que me hace escribir todo el tiempo,
caminando fugitiva de las horas en un tejado submarino.
Afuera y adentro, por todos los vértices el agua sedienta
me toma los dientes
sin límite de caudal.
Escribir porque no puedo,
tolerarme sino.

Un abedul tira hojas como flechas sobre la cama
y voy llenando un vacío que se agranda,
a deshebrar el aire y hacerlo materia,
sobre el papel que se abre como la herida del jinete que cae del caballo.

Con una estampa en la boca, escribo.

En La herida del jinete que se cae del caballo (2024) de Marian Lutzky

Autor: Jonnathan Opazo

Escribo.

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